Los productores que adquieren terneros para engorde, los medios periodísticos que informan sobre las noticias del sector, los analistas del mercado ganadero, etc. siempre mencionan la relación entre el precio del kilo de ternero versus el precio del kilo de novillito o novillo, según sea el caso, como si esa relación fuera muy determinante para el resultado económico de la invernada (la relación puede ir de 0.9 a 1,60 pues, salvo excepciones, el precio del kilo del ternero es mayor al precio del kilo del novillo).
Así, se extraen conclusiones diciendo que si la relación
que se pagó al comprar el ternero es de 1,10 se compró barato y, en
consecuencia, el resultado al final del engorde será positivo y si se pagó 1,50
se compró caro y habrá que hacer algunos ajustes en los gastos para que el
resultado final no arroje pérdidas.
Primera pregunta que me hago ¿Los demás costos tienen
menos influencia que el precio de compra del ternero en el resultado bruto de
la actividad?
Segunda pregunta que me hago ¿En una economía con
inflación, el resultado bruto de la
actividad puede desvirtuarse por el cambio en el poder adquisitivo de la
moneda?
Primera
Pregunta
El mercado de ganado bovino es transparente, de
competencia casi perfecta, en donde la oferta -atomizada- y la demanda -también
atomizada, aunque en menor medida- se encuentran en un recinto para pujar, con reglas claras, conocidas de
antemano, por los precios de compraventa del ganado ofertado.
Los que se dedican a esta actividad conocen que los
mercados ganaderos pasan por ciclos que están
determinados por etapas de liquidación y
de retención se hacienda.
Etapa
de Retención de la Hacienda
Un
aumento en el precio de la carne al consumidor por mejora de su poder
adquisitivo y/o mejora de las exportaciones genera un alza en el precio del
“gordo” que hace más rentable la actividad. A su vez, los criadores retienen
hacienda de cría y de recría para incrementar su producción y, por lo tanto, la oferta en el corto plazo
se reduce. Cuando la mejora en la renta ganadera se mantiene en el tiempo,
crece el precio de las categorías de cría y recría más que proporcionalmente respecto
de los precios de los animales destinados a faena.
Etapa
de Liquidación de Hacienda
En
el proceso inverso, cuando disminuye el poder adquisitivo de los consumidores
y/o se cierran o disminuyen las exportaciones, la renta ganadera baja, entonces
el productor intenta deshacerse de la hacienda, aumenta la faena y disminuyen
las existencias. Esta mayor oferta de hacienda, hace que el precio se deprima
más. Al bajar el precio, el productor necesita vender más hacienda para poder
afrontar sus gastos. Este círculo vicioso termina cuando el proceso se revierte
y aumentan los precios nuevamente.
Épocas
mejores y peores para la relación ternero/novillo
Obviamente, la época de la zafra de terneros es el mejor momento para explotar esta relación por parte
del invernador, esto es entre abril y junio; mientras que el momento menos
oportuno se da durante los meses de primavera.
No
obstante, ello no significa que, en primavera el resultado total de la
invernada arroje pérdidas, pues podrá disminuirse los costos de alimentación
debido a la mayor cantidad de forraje de excelente calidad que se logra en esta
estación del año y así bajar el costo del kilo producido.
Coincido
con el Ing. Agr. Andrés Halle - “Formación del Precio del kilo vivo” econoagro,
junio de 2017- en que la relación compraventa del ternero/novillo es sólo un
factor más en el resultado económico de la actividad de engorde y no indica por
sí mismo si el negocio tendrá rentabilidad positiva o no.
Hay
otros factores que son decisivos en el resultado final como ser el costo de
la alimentación (básicamente precio del kilo del maíz si la terminación será a
grano), la conversión de alimento a carne (5:1 o 7:1 u 8:1) que determina el
aumento diario de peso vivo y, por consecuencia, la duración del engorde si es
que hemos decidido llevar el peso del animal a un valor preestablecido, sin
poder alterar el mismo. A igual tasa de rentabilidad si la duración del engorde es menor (rotación del capital mayor), mayor será la ganancia final.
Asimismo,
dado el funcionamiento de los mercados ganaderos vacunos, nosotros siendo
compradores no podemos influir sobre el precio de compra del ternero ni tampoco
sobre el precio de venta del gordo, estos precios los determina el mercado. Lo
que nos queda es manejar nuestros costos de producción del kilo vivo, la
conversión del alimento en carne y la duración del tiempo de engorde.
En mi opinión, la relación precio del
kilo de ternero versus precio del kilo de novillo, si bien incide en la
determinación del resultado del engorde, como no podemos modificarla ya que
viene impuesta por el mercado, carece de sentido analizarla, ni se pueden extraer conclusiones de ella. Sólo deberemos
concentrarnos en los costos que dependen de nuestra eficiencia como
productores, a saber: costo de la alimentación, conversión del alimento en
carne -aumento diario del peso vivo-, duración del engorde, peso del animal al
momento de la venta y por supuesto, el
costo de las instalaciones y maquinarias para realizar la actividad de engorde.
Además, respecto a la pregunta: ¿Se pagó el ternero barato o caro?, respondería: “Se pagó el precio de mercado, a una
relación ternero/novillo de acuerdo al mercado”.
Distinto sería, si contáramos con un mercado de
futuros desarrollado de ternero y de novillo en pie; en cuyo caso todos
aquellos que estén expuestos a subas o caídas en el precio del ganado
(invernadores y feedlots, criadores de ganado y frigoríficos) asegurarían sus
precios de compra y de venta.
Segunda Pregunta
En
una economía como la de Argentina, con una inflación del 120 % anual y subiendo, los costos deben compararse a una fecha
dada (como ser la fecha de venta o la de compra) en moneda homogénea, esto es en moneda de igual poder adquisitivo.
Para ello habrá que calcular el costo de reposición de cada uno de las partidas
que componen el costo a valores de reposición de dicha fecha. No debemos olvidar que la ganancia o
pérdida estará determinada por la diferencia entre el precio neto de venta a la
fecha de venta y el costo de venta a valores de reposición de la misma fecha.
A
su vez, la relación entre ternero/novillo en la fecha de compra será diferente
a la relación ternero/novillo del momento de venta en gran medida por las distorsiones
de precios relativos que genera la inflación.
Si
queremos perfeccionar el análisis deberíamos contemplar la incidencia de la
inflación en el resultado de la actividad, ajustando cada una de las partidas
que conforman el costo por kilo de la invernada por el índice de precios
mayoristas o minoristas a la fecha de venta y compararlo con los valores de
reposición de cada una de ellas a la misma fecha y así separar el resultado
ajustado por inflación del resultado por tenencia.
No
resulta adecuado hacer los cálculos en dólares porque en épocas de fuerte
inflación, la volatilidad de la relación de cambio peso-dólar es alta y
distorsiona las comparaciones, cualquiera sea el tipo de cambio computado
(dólar MEP, dólar CCL, dólar mayorista BCRA, dólar Banco Nación, etc.).
Concluyendo,
el
resultado bruto de la actividad se desvirtúa si no se tiene en cuenta el cambio
en el poder adquisitivo de la moneda, debiendo calcularse todos los costos a
valores de igual poder adquisitivo (como ser valores de reposición de fecha de
venta).
El análisis de la relación ternero/novillo al momento de
la compra en un escenario de alta inflación carece de sentido.
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